El valor del arrepentimiento. 2020.18

JONÁS 3:10 (RVR1960) Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.

DESARROLLO Una de las historias que de niño habremos escuchado de la biblia es lo sucedido al profeta Jonás, todos recordamos lo fantástico de su historia, estuvo tres días en el vientre de un pez hasta que fue expulsado para cumplir el mandato que Dios le había dado: anunciar que Jehová destruiría la ciudad a causa de su pecado y por la maldad de ellos y que había subido hasta el conocimiento de Él. La humanidad se encuentra en estos momentos ante una de las mayores crisis que quizás nunca hubiésemos pensado enfrentar en este tiempo, tiempos en que los grandes adelantos de la ciencia y la tecnología nos dejan asombrados. Las grandes innovaciones de hombres y compañías que generan billones de dólares que representan los indicadores de las principales bolsas de valores en el mundo. Naciones que lideran la economía mundial, hoy se encuentran amenazadas con la sombra de una recesión económica histórica a causa del desarrollo de una enfermedad causada quizás por el mismo desorden del hombre y que con toda la ciencia ha sido incapaz de detener, además de una considerable cifra de muertes que no tenemos idea de cuantas serán al final de esta historia. Repasemos la condición espiritual de la humanidad en estos momentos, la pérdida de valores cristianos y espirituales, la destrucción del concepto bíblico de la familia, homosexualidad, drogas, placeres, irrespeto a las autoridades, y todo aquello de lo que el apóstol pablo nos habla en Gálatas 5 19-21 19 “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios". El mundo a través de los avances científicos se ha ido olvidando que el centro de toda nuestra vida debe ser Dios, no ha reconocido a Jesucristo como el Salvador de nuestras almas y poco a poco se ha ido convirtiendo en el destructor de nuestra propia naturaleza. Quizás nos seguimos preguntando ¿Estamos ante un juicio porque hemos provocado la ira de Dios? Acá es en donde nuestra reflexión debe centrarse en la palabra de Dios, no puedo asegurar que esto sea así, pero si podemos afirmar lo importante que es el ARREPENTIMIENTO. Ninive estaba condenada a desaparecer por la conducta de sus habitantes y de sus gobernantes, pero es aquí en donde la historia da un vuelco total en favor de ese pueblo que ya estaba destinado a perecer, ¿Qué hicieron? La palabra de Dios nos revela la decisión que tomó su Rey en Jonás 3:8,9 “sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos. ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos” El pueblo se volcó en una expresión de arrepentimiento, Dios vio su actitud, vio su arrepentimiento, vio cómo se apartaron de sus malos caminos, es decir dejaron las prácticas que no le agradaban a Dios y su ira se volvió en misericordia y no hizo el mal que había dicho a Jonás que haría. Hermanos, ¿será que hemos encendido la ira de Dios?, ¿será que nos hemos apartado de sus caminos?, ejemplo tenemos, levantar nuestro clamor y reconvertir nuestras acciones, aquellas que ya sabemos que riñen con los propósitos de Dios y pedir a nuestros gobernantes que declaren ayuno, que declaren que nuestra solución está en Dios, que reconozcamos que solo en Jesucristo tenemos salvación. Por nuestra parte hagamos lo que nos corresponde, levantemos nuestro clamor a Dios como familia, como iglesia como una sola nación para que su misericordia llegue a la humanidad. El arrepentimiento tiene valor ante los ojos de Dios. ORACIÓN FINAL Señor Dios, Rey Omnipotente: en tus manos están puestas todas las cosas. Si quieres salvar a tu pueblo nadie puede resistir a tu voluntad. Tú hiciste el cielo, la tierra y todo cuanto en ello se contiene. Tú eres el dueño de todas las cosas. ¿Quién podrá resistir a tu Majestad? Señor Dios nuestro: Ten misericordia de tu pueblo. Hágase en nosotros tu divina voluntad, hoy nos arrepentimos de nuestras acciones y de nuestros malos caminos, ayúdanos en esta aflicción ¡oh! Jehová … Amén!